miércoles, 6 de mayo de 2009

EL PRISIONERO

No lo podía creer, la había encontrado. Con tan sólo diez años había conseguido ser libre.
-¡Viva la libertad! -Gritó mientras cerraba de golpe la puerta de la casa de sus padres.
-¿Dónde vas Tonino? ¡Qué contento te veo!
-Le dijo la vecina en la escalera.
- Me voy a vivir mi vida, no la que mis padres pretenden que viva, soy libre, he encontrado la libertad, la llave que abre a los hombres su destino.
- ¡Pero qué cosas dices Tonino, siempre estás en tu mundo! Cuando veas a tu madre le dices que ya tiene listo lo que me pidió.
- No creo que la vuelva a ver, soy libre y me voy en busca de mi destino. Mi olfato canino me dice que aquí nunca hallaré mi libertad. Mire su hijo. Con más de treinta años y sin oficio ni beneficio. Yo sé muy bien lo que quiero, mis padres no, todo el día están discutiendo por encontrar una vida mejor. Yo no discuto con nadie, soy libre. Dígale usted a su hijo que si es un poco listo todavía está a tiempo de venirse conmigo a disfrutar de nuestra libertad.
- Tonino, Tonino... - Ya nos veremos el siglo que viene señora cuando haya encontrado mi destino. Quizás mi destino no sea volver a verla, ni a mis padres tampoco, nunca se sabe dónde se encuentra nuestro destino -y corrió escaleras abajo con su bolsa de periodista.
Desde que tenía cuatro años ya sabía lo que quería. Ansiaba ser escritor y músico. También pintor y escultor. Quería ser artista, poeta. Bohemio. Esta era su oportunidad para conseguirlo y no lo dudó un instante en echarse a la calle. No llevaba dinero, ni comida, únicamente su bolsa de reportero con sus libretas y sus lapiceros. El quería estudiar periodismo porque le habían dicho que para ser escritor tenía que estudiar eso.
Una vez en la calle no se fue al parque a jugar como de costumbre sino que empezó a caminar por la carretera hacia la ciudad. El había vivido toda su vida en un pueblo y quería conocer cómo se vive en la ciudad y ver todas las cosas que le habían dicho que había. Quería ser independiente a sus diez años, vivir su libertad, su propia vida. Caminó y caminó hasta que desgraciadamente se cansó y tuvo que sentarse en la cuneta de la carretera. Veía pasar los coches y se preguntaba a qué distancia estaría de la ciudad. Un señor que iba bastante embriagado paró su coche al lado del niño abrio la ventanilla y le preguntó que a dónde se dirigía, que él mismo le podría acercar.
- Voy a San Sebastián, señor.
- Pues entonces sube al coche niño que yo soy de Donostia, tengo un don niñato... , jajajaja. Ale, date prisa y sube al coche.
- No, prefiero ir caminando, como si fuera un peregrino.
- Anda chaval déjate de estupideces y sube al coche o me bajo y te subo yo a empujones.
- Me parece que no lo entiende señor, no voy a subirme a su coche, soy libre.
- Jajajaja qué tonto el niño jajajaja... Ya verás jajajaja ahora vas a ser mi esclavo -y se bajó del coche corriendo hacia el niño.
- Ah, jajaja, que le apetece correr un poco jajaja, pues cójame si puede jajaja
Y Tonino se fue huyendo del señor hacia un bosque cercano. Corrió y corrió hasta que se hizo de noche. Se encontraba perdido en medio del bosque. El señor ya había desaparecido, se había ido, había logrado despistarlo. Pero se encontraba cansado, muy cansado, y con mucho sueño. Y se durmió. Cuando se despertó lo primero que vio fue la ciudad abajo de la montaña. Se apresuró a llegar hasta ella. Allí todo el mundo caminaba muy deprisa, ni se miraban los unos a los otros, no se saludaban. Se acercó hasta un kiosko y le preguntó al vendedor si conocía algún escritor.
- ¡Qué dices renacuajo...! ¿Un escritor? En esa cafetería de ahí al lado encontrarás a muchos, pero no te fies de ellos chaval, están todos chalados, al menos eso dicen por ahí de ellos... - ¿Dónde? - Ahí, en el Café del Norte, donde ese buzón de correos.
- Gracias señor. Qué amable es usted, ¿cómo se llama?
- Y a ti qué te importa..., diablo de chaval..., anda por ahí que tengo mucho trabajo, no me molestes...
- Perdón. No quería molestar. Yo me llamo Tonino y soy escritor, soy libre. !Adiós Malaleche...!
Y Tonino se fue hacia la cafetería y entró. Había mucha gente sentada en las mesas y Tonino decidió probar suerte yendo de mesa en mesa para presentarse.
- Hola señores. Me llamo Tonino y soy escritor.
- Ah, que eres escritor, jajaja, qué cosas tienen los niños -dijo uno de los señores que había en la mesa.
- Lo que quiere es que le demos dinero -dijo otro señor sonriendo y mirando hacia Tonino. Tonino no supo cómo reaccionar ante la cantidad de monedas que le dieron los señores de la mesa. Entonces, se fue hacia otra mesa e hizo lo mismo. Y así mesa tras mesa iba Tonino contándoles su historia de haber encontrado la libertad y de ser escritor. Se recorrió todas las mesas de la cafetería. Se acercó a la barra y pidió un refresco. Quería agradecerle a todos los de las mesas el dinero que le habían dado. Y comenzó a escribir poemas, uno por mesa, y cuando los terminó, se acercó mesa por mesa repartiendo los poemas que en muy poco tiempo había creado Tonino. Salió de la cafetería y se fue hacia el quiosco para preguntarle al señor dónde podría encontrar un sitio para dormir. El señor le dijo que encima del Café del Norte había una pensión. - Los dueños son los del café así que has de volver a la cafetería y preguntar en la barra si tienen alguna habitación libre.
- Gracias, Malaleche.
- Perdona chaval, es que antes andaba con mucho trabajo. Me llamo José y tengo un hijo más o menos de tu edad. ¿Qué haces por aquí tú solo...? - le dijo el señor del quiosco muy amablemente. -
Es una historia muy larga, ya se la iré contando poco a poco.
Volvió al café. Ahora eran otras personas las que había sentadas en las mesas. Se acercó a la barra y le dijo a uno de los camareros que venía por lo de la pensión.
- Por esa puerta de ahí, si te das prisa llegas para la cena - le dijo el camrero.
- Gracias.
- Oye niño, tú eres el que estuviste aquí antes pidiendo por las mesas y dando poemas.
- Sí, señor era yo.
- Pues varios señores y señoras han venido preguntando quién eras y decían que estaban demasiado bien tus escritos. Algunos te dejaron todo este dinero y nos dijeron que si volvías por aquí les avisáramos. Quieren conocerte.
- ¡Qué suerte, bien! Gracias. Me voy a cenar.
Y atravesó la puerta que daba a la pensión. Habló con la persona encargada de las habitaciones y con todo el dinero que le habían dado los señores le llegaba para estar en la pensión durante un mes con desayuno, comida y cena. Entonces se fue al comedor, cenó y se fue a su habitación. Se tumbó en la cama y se durmió.
Cuando se despertó no pudo reprimir su alegría y gritó una y otra vez "soy libre, por fin lo conseguí, soy escritor, un poeta libre". Había engañado al encargado de la pensión diciéndole que mañana vendría su madre, que no estaba solo, que no era un vagabundo. Se dio una ducha y se fue al comedor a desayunar. Al entrar, escuchó una voz ronca y fuerte que le decía "niño, ven aquí a esta mesa a desayunar conmigo, muy buenos esos poemas, ¿los escribiste tú?". Tonino no salía de su asombro. Se acercó hacia la mesa del señor y se sentó.
- Sí, señor. Los escribí ayer mismo sentado en la barra de la cafetería. Como me dieron dinero yo les di algo en compensación. Soy poeta y escritor. Me llamo Tonino. Y..., ¿usted quién es?
- Soy poeta y escritor muy bien reconocido y remunerado. Vivo aquí porque me es más cómodo y barato. ¡De verdad que esos poemas que nos diste ayer los creaste en ese mismo momento!
- Sí, es cierto. ¿Quiere que le haga uno ahora mismo? Espere un segundo - y sacó una de sus libretas y comenzó a escribir. El señor le observaba perplejo, como alucinado.
- A ver, déjame leerlo -le dijo el poeta cuando Tonino terminó de escribir un poema.
- ¿Qué le parece, le gusta?
- ¡Es una maravilla! ¿Quién eres niño?
- Es una historia muy larga, prefiero contársela otro día.
- Es igual, no importa, no te preocupes. ¿Tienes más escritos en esa libreta? -le preguntó el señor con su voz ronca y fuerte.
- En ésta y en otras, ¿por qué lo pregunta?
- Mira niño, escribes muy bien, demasiado bien para tener la edad que tienes. Yo, llevo más de 10 años sin escribir nada, todo me lo escriben otras personas, "negros" los llaman. Les pago un dinero por cada obra que me escriban. Tus escritos tienen mucha valía, realmente son muy buenos.
- Tenga, señor, léalos -y le acercó la libreta donde Tonino llevaba sus mejores poemas. Después de más de media hora sin hablar nada mientras el señor leía Tonino le preguntó si le gustaban.
- ¡Niño, son extraordinarios, no he leído nunca nada mejor! ¿Tienes más?
- Sí, todas estas libretas -y le abrió la mochila para que viera todas las libretas que Tonino tenía escritas.
- Realmente son fantásticos -y continuaba leyendo poemas de la libreta que Tonino le había dejado.
El escritor de voz ronca le propuso entonces a Tonino un negocio, trabajar para él, hacer de "negro".
- ¡De negro, y eso qué es!
- Veo que sabes escribir de todo y sobre todo. Tienes unos poemas excelentes, sublimes diría yo. Hay veces que los escritores, nosotros los poetas, estamos faltos de inspiración y carentes de recursos y en muchos casos buscamos a una persona que escriba bien a la que le pagamos por hacernos los escritos que luego vendemos como si los hubiéramos escrito nosotros. Es como si yo ahora mismo te comprase esta libreta con los poemas y luego los publicase con mi nombre y ganándome el porcentaje de los derechos de autor que de haberlos publicado tú serían para ti. Tú eres demasiado joven para publicar. Los poemas son inmejorables en líneas generales. Yo te propongo un negocio que para ti va a ser muy lucrativo.
- Pero podría publicar bajo un seudónimo, ¿no es cierto? Así los derechos de autor serían todos para mí.
- Sí, claro que si podrías hacerlo y yo puedo ayudarte a que lo consigas si tú de buena fe me puedes ayudar a mí. Por cierto, ¿dónde están tus padres? Quería hablar con ellos.
- No tiene que hablar con nadie más que conmigo, soy libre, soy Tonino.
- Jajajaja Bueno, pues en ese caso ya hablaremos. Por lo que me ha dicho el conserje vas a estar aquí por lo menos un mes. Ya tendremos ocasión para hablar de todo con más tranquilidad. Ahora debo de irme. Toma la libreta y estas monedas para que pases una buena mañana. ¡Hasta la vista! -se levantó y se fue dejando solo a Tonino. E
En esos momentos le entró un pánico espantoso, una angustia horrible. Se encontraba solo, libre, pero solo. Aunque había encontrado un amigo, un colega, otro poeta y escritor como él, se encontraba triste por no poder contarle a su familia y a sus amigos todo lo que le estaba ocurriendo. Entonces se acordó del señor del quiosco y se acercó hacia allí para contárselo a él.
- Hola, buenos días. Me da tres regalices y dos gatos negros.
- 25 centimos.
- Tenga. Sabe, me va a publicar un libro un señor de la cafetería y voy a trabajar para él. ¡Qué suerte tengo, no es cierto! - Sí, claro, y yo me voy a hacer astronauta para conquistar Marte... Anda, crío, no me sigas molestando, por favor.
- Perdone, no quería molestarle, discúlpeme. Es que no conozco a nadie por aquí más que usted y me encontraba solo, pero no le molesto más, no se preocupe. Adiós.
Y Tonino se fue a dar un paseo por la ciudad, libre totalmente, pero solo. No veía niños por la calle, sólo personas mayores. Por unos instantes se sintió como una persona mayor. Caminaba entusiasmado mirando de lado a lado con la cabeza bien alta. Miraba a las personas sintiéndose como ellos, mayor, y libre. Al regresar para el almuerzo volvió a pasar por el quiosco. Vio al señor cerrando y se entristeció. Se fue directo al comedor y se sentó junto a su colega el poeta de la voz ronca y fuerte.
- Oiga, no me ha dicho su nombre.
- Mateo Balaguer.
- Antonio Soler, para servirle a usted. Trabajaré de negro para usted. ¿Qué tengo que hacer?
- Mira, hijo. Yo no quiero aprovecharme de ti en absoluto por eso me gustaría hablar primero con tus padres...
- Olvídese de mis padres. Murieron. Me he quedado huérfano, estoy solo, pero soy libre y usted me va a dar trabajo, ¿no es cierto..?
- Claro que te daré trabajo, hasta te adoptaré como hijo si hace falta.
- No, no hace falta, ya le he dicho que prefiero mi libertad a vivir la vida que alguien me imponga. Yo sólo quiero trabajar, escribir para usted, hacer de negro y ganar dinero para poderme independizar económicamente y no depender de la limosna de nadie. Soy muy trabajador, ya lo irá viendo con el tiempo. Encantado de conocerle Mateo. -
- Un placer Tonino.
Y estuvieron hablando y hablando durante horas. Tonino apenas hablaba, sólo escuchaba. El poeta le hablaba de literatura, de política, de religión, de la vida en general. Le daba su particular punto de vista desde su objetividad. Tonino escuchaba entusiasmado, nunca nadie le había hablado de esas cosas ni de esa manera. Entonces, el poeta comenzó a relatarle su vida.
- Me casé, sí, estuve casado un par de años, tengo dos hijos, chico y chica, mellizos.
- Y ¿viven aquí con usted?
- No. Viven con su madre en un pueblo cercano. Todavía son adolescentes. Vienen por aquí a verme de vez en cuando. Ya los conocerás un día de estos. Son muy simpáticos, ya lo verás.
- Yo no pienso casarme, prefiero mi libertad. Eso sí, me gustaría tener hijos. No sé, la verdad es que siempre soñé con tener un harén de mujeres y tener hijos con todas de ellas.
- Jajajaja ¡Es una excelente idea!
- Cuando tenga dinero y sea mayor de edad pienso irme al desierto y vivir allí una larga temporada.
- Ah, fantástico. El desierto es una maravilla. Allí podrías escribir con mayor tranquilidad. - Eso es lo que necesito, tranquilidad. He tenido una vida muy agitada y tan sólo tengo 10 años. Me gustaría tener un pequeño palacio con jardines donde poder pasear y relajarme.
- Pides demasiado, chaval, pero si eres perseverante puedes conseguir lo que te propongas. Por lo que me has dado a entender hasta ahora eres muy inteligente, y sólo las personas inteligentes alcanzan sus objetivos. Tus escritos verdaderamente son excelentes y pienso que podrías ganarte perfectamente la vida escribiendo.
- Es lo que quiero, dedicarme a escribir.
- Entonces no te preocupes por nada, yo te ayudaré siempre que tú me ayudes a mí. Mi idea es la siguiente. Veo que en las libretas tienes buenos artículos, buenas redacciones. Yo escribo diariamente para un periódico y no siempre estoy lo suficientemente inspirado. Tú podrías escribir por mí artículos y yo te los pagaría. También me interesaba comprarte poemas para publicar yo un nuevo poemario pues llevo varios años sin publicar absolutamente nada.
- Yo estoy de acuerdo si usted es honrado conmigo y no me engaña. Por otra parte me gustaría poder publicar yo mismo bajo seudónimo, ¿podría?
- Claro que podrías, yo te ayudaré. Realmente pareces un ángel, niño.
Y continuaron hablando hasta que dio la hora de tener que irse el poeta a la cafetería para ver a sus colegas y amistades. Invitó a Tonino, pero éste prefirió no ir por esta vez. Se fue a su habitación y se pasó la tarde haciendo artículos de opinión para que luego en la cena los leyera el Bala, así le llamaban sus amistades al poeta, Bala, o Tomás Balaguer.
- Interesante, realmente es impresionante cómo profundizas en el tema de una manera coherente -le dijo el Bala a Tonino mientras cenaban. No puedo entender cómo un niño de tu edad pude estar tan enterado de la vida. Veo que estás muy instruido. Quienes fueran tus padres han sabido enseñarte y educarte bien.
- No han sido mis padres, he sido yo a través de la experiencia el que me he ido alimentando la mente. Mis padres me educaron y enseñaron bien, no lo puedo negar, pero si sé escribir así u opinar sobre la vida de una manera objetiva es más por mi perseverancia y por mi ilusión de cambiar el ritmo de vida del planeta. En realidad, mi meta es acabar con las guerras, las iras, los odios, las mentiras, las enfermedades, hambrunas...
- Jajajaja, jajajaja, pero niño qué estupideces dices, aquí de lo que se trata en esta vida es de vivir y dejar vivir, no te compliques ni amargues la vida por algo que es imposible. Es la típica utopía de salvador y redentor del mundo. Eso, es absurdo. Jamás nadie logrará que los humanos estemos unos enfrentados con otros, así ha sido siempre y no cambiará por más que tú escribas verdades como templos. Tendrías que convencer de tu verdad a toda la humanidad y esto hoy por hoy es totalmente imposible.
El Bala no salía de su asombro con cada artículo que el niño había escrito. Los leyó todos. Eran tres. Uno trataba sobre la libertad, otro sobre la verdad y el último sobre la felicidad. Transcribiré cada uno de los artículos escritos ese día porque más adelante fueron publicados en distintos medios de comunicación con su propio nombre, allá cuando Tonino había cumplido la mayoría de edad. Intentaré en esta ocasión relatar las vivencias de Tonino siguiendo el hilo conductor del primero de sus artículos, el de la libertad. Dejaré para otra ocasión narrar la vida de Tonino vista desde los otros dos temas, la verdad y la felicidad, centrándome ahora en sus vivencias y ocurrencias sobre la libertad. Comienzo a transcribir cada uno de los artículos, uno a uno, empezando por "Mi sueño" que servirá de guía al lector para descubrir la vida interior de Tonino y su ilusión por conseguir que todos los humanos lleguemos a ser libres en esta vida y sepamos convivir con normalidad unos con los otros sin sentirse nadie oprimido o esclavo de otro, libres dentro de un orden, pero libres.

MI SUEÑO
¿Cuándo alguien en esta vida se ha sentido libre realmente? ¿Cuándo alguien ha podido decidir su destino sin estar limitado por alguna causa? Ningún ser humano ni en el pasado ni en el presente ha sido ni es verdaderamente libre, siempre se ha visto condicionado a pensar y actuar conforme la vida y el mundo está estructurado, la familia, las comunidades, sociedades, culturas, leyes, etc...
CONTINUARÁ...